Francia

Francia: tierra de placeres sensuales

Mundialmente reconocida por su gastronomía y sus vinos, por su cultura y por su estilo de vida, no cabe duda de que Francia es el país más visitado del mundo. Cada año, unos 80 millones de turistas ponen rumbo al país de la Libertad, Igualdad y Fraternidad para darse el lujo de disfrutar de la alegría de vivir gálica. La Francia continental ofrece una magnífica variedad de vistas, sonidos y olores que hacen las delicias de los visitantes en cualquier lugar del país: desde Los Pirineos hasta la Costa Azul al sur de la costa bretona y el estilo urbano de la región de la denominada Isla de Francia (la Île-de-France), situada al norte. Sin olvidar, por supuesto, los Alpes franceses.

Una historia de revoluciones

Francia cuenta con una rica historia y ofrece mucho para ver y hacer. El lema nacional «Liberté, égalité, fraternité » (Libertad, Igualdad y Fraternidad) nos transporta a los orígenes de la Revolución Francesa, cuando se derrocó la monarquía y la población se levantó contra el poder de los aristócratas, de los terratenientes y de la Iglesia Católica. Una década después de este acontecimiento histórico se produjeron las Guerras Napoleónicas, en las que la Francia de Napoleón conquistó gran parte de Europa, solo doblegada y derrotada en 1815. En la actualidad, Francia se enorgullece de su estatus de república y, durante el siglo XX, este país ha desempenado un importantísimo papel en la creación de la ONU y de la UE.

París: la ciudad de los sueños

Sin lugar a dudas, París destaca como una de las ciudades más sorprendentes del mundo, casi como un bullicioso museo gigante al aire libre. Hay que verlo para creerlo. Mientras que muchas ciudades resultan caóticas desde el punto de vista arquitectónico, París llama la atención por su notable uniformidad, gracias al completo rediseño de Haussmann durante el siglo XIX, que transformó una ciudad medieval de calles llenas de curvas y estrechas avenidas hasta convertirla en una ciudad moderna, repleta de plazas espaciosas y amplios bulevares. París es el destino turístico número uno del mundo y entre los principales atractivos de la ciudad se encuentran lugares como la Torre Eiffel, el Trocadero, el museo de arte Louvre (en el que se expone la Mona Lisa de Leonardo da Vinci), el Arco del Triunfo y el sorprendente Centro Pompidou – se encuentran al norte del río Sena, en La Rive Droite. Si se desea ir de compras – y ver y ser visto –, no hay major lugar que la Avenida de los Campos Elíseos, que acoge a tiendas solo al alcance de la gente con alto poder adquisitivo, entre las que figuran las de Chanel, Dior, Yves Saint Laurent, Louis Vuitton y Cartier, entre otras. Si se desea conocer lo ultimo en moda francesa, hay que visitar los históricos grandes almacenes Galeries Lafayette y Printemps en el Bulevar Haussmann, en el 9º distrito municipal o arrondissement.

Vivir como un parisino

Al sur del Sena, en La Rive Gauche, es donde verdaderamente puede verse el auténtico y singular carácter parisino. Posiblemente no exista un lugar más arquetípicamente parisino que la Rue Mouffetard, una larga callejuela adoquinada y peatonal ubicada el Barrio Latino de la ciudad, en la que se encuentra una aparentemente infinita selección de panaderías, confiterías, cafeterías, restaurantes, tiendas de productos selectos (delicatessen), puestos para comprar y tiendas independientes y sumamente especializadas de productos de alimentación. Uno de los secretos mejor guardados de la ciudad es que es aquí donde los parisinos vienen un día sí y otro también a satisfacer todas sus necesidades culinarias, desde el gâteau (pastel) más caro y elaborado hasta una simple cajita de jugosas frambuesas francesas. Extraño aunque bullicioso y casi imposiblemente pintoresco, no sorprende que esta calle se haya utilizado en películas francesas como Trois Couleurs: Bleu (Tres colores: azul), protagonizada por Juliette Binoche. 

Justo a las afueras de París se encuentra el Château de Versailles (Castillo de Versalles), un gran palacio que pone de manifiesto el poder que ostentaba la monarquía francesa antes de la Revolución. Aún más histórica es la Basílica de Saint Denis, al norte de París, donde está enterrado el patrón de Francia.

Rural y rústica

La costa norte de Francia cuenta con sus propios tesoros, como el castillo de cuento del Mont St. Michel, construido sobre un promontorio y que periódicamente, con la subida de la marea, se ve separado del territorio continental. Este Castillo se encuentra en la región de Normandía, la parte de Francia más cercana al Reino Unido, también conocida por sus características casas con entramado de madera y por su producción de sidra. Esta región también cuenta con un gran número de abadías históricas, como Jumièges, Gruchet-le-Valasse y la abadía de Bec.

Más al oeste se encuentra la Bretaña, un paisaje sorprendentemente distinto al del resto de Francia y más parecido al del suroeste de Inglaterra. La costa bretona se caracteriza por impresionantes acantilados, así como por marismas, bosques y más de 800 islas. Los habitantes de esta zona hablan el bretón, una lengua celta muy vinculada con el gaélico. La Bretaña también está salpicada de impresionantes chateaux (castillos) y de preciosas catedrales góticas y románicas. Asimismo, muchas poblaciones de esta zona siguen conservando sus fortificaciones medievales al completo. Los yacimientos neolíticos ponen de manifiesto el primer asentamiento que acogió esta región francesa.

Montañas de película

Francia debe gran parte de su renombre a su campo. Los Alpes franceses son populares en invierno entre los esquiadores y los practicantes del snowboard y entre los senderistas en verano, muchos de los cuales se hospedan en la preciosa ciudad de Grenoble o en complejos turísticos como Chamonix – donde se celebraron los primeros Juegos de Invierno de la historia – y Annecy, en la costa septentrional del lago Lac Annecy. Aquí se pueden encontrar algunas de las cimas más altas de Los Alpes, como el sobrecogedor Mont Blanc, el pico más alto de Europa. Haciendo frontera con Espana, la cadena montanosa de Los Pirineos también ofrece grandes oportunidades para practicar senderismo. La población pirenaica de Lourdes, al sur de Francia, recibe cada ano la visita de millones de peregrinos, ya que se cree que sus aguas tienen propiedades curativas.

La costa mediterránea

En verano, la zona más visitada de Francia es la costa mediterránea o Costa Azul, que recibe este nombre debido a sus aguas de color azul turquesa. Esta zona, que forma parte de La Provenza, constituye el lugar de recreo de ricos y famosos. Entre las ciudades que conforman la Costa Azul figuran Niza, Cannes – donde cada ano se celebra el festival de cine – y Mónaco, un pequenísimo principado y uno de los países más pequenos del mundo, en el que se encuentra el casino de Monte Carlo y donde se celebra el prestigioso Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1. La cercana Córcega, una isla banada situada en el Mediterráneo, cuenta con más de 200 playas y un idioma propio. Tierra adentro, en la región de La Provenza, la ciudad de Avinón (Avignon) destaca por un bello casco histórico y murallas medievales muy bien conservadas y está declarada Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Caprichos deliciosos

La gastronomía es un componente importantísimo de la cultura francesa. Su cocina nacional se basa en numerosos platos pequenos, pues a los franceses les encanta saborear ricas carnes, deliciosos postres y quesos con un sabor penetrante. Las comidas suelen empezarse con un amuse-bouche (aperitivo para hacer boca) y con hors d’oeuvre (entrante) – tal vez los escargots (caracoles) – antes de pasar a la sopa. Luego viene el turno de los platos principales o platos Fuertes (plats principaux), normalmente carne o un plato de verdura como el coq au vin (pollo al vino) o el ratatouille, un estofado de verduras típico de La Provenza. Antes de pasar al postre, es imprescindible probar algún queso francés. Los postres son pequenos pero ricos en calorías; entre ellos cabe mencionar la crème brûlée, los éclairs, las madeleines, los profiteroles y los crêpes.

NephroCare en Francia

Fresenius Medical Care empezó a desarrollar actividades en Francia en 1997 como el primer proveedor privado de tratamientos de diálisis. Desde entonces, la evolución de la empresa ha sido constante y actualmente nuestros 38 centros, con más de 700 empleados – incluidos 60 nefrólogos – tratan a más de 2150 pacientes.

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