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¿Por qué es importante controlar la anemia en los pacientes con enfermedad renal crónica?

La anemia es una complicación frecuente de la enfermedad renal crónica. Son muchos los problemas de salud que pueden darse si no se trata.

La anemia consiste en una disminución en el número de glóbulos rojos (hematíes) o en los niveles de hemoglobina. Los glóbulos rojos son los que se encargan de transportar el oxígeno a todo el cuerpo para que pueda llevar a cabo sus funciones. El oxígeno se transporta dentro del glóbulo rojo unido a la hemoglobina, es decir, que si hay un nivel bajo tanto de hematíes como de hemoglobina esto redundará en un escaso aporte de oxígeno a los tejidos y órganos.

Existen muchas causas que pueden estar detrás de una anemia, desde problemas hematológicos, infecciones, accidentes, una nutrición poco equilibrada u otro tipo enfermedades. De hecho, la anemia es una complicación frecuente de la enfermedad renal crónica

Los síntomas que aparecen cuando hay anemia van desde cansancio, falta de apetito y energía, alteraciones del sueño, piel pálida, mareos o dolor de cabeza, aumento del latido cardiaco, dificultad respiratoria, confusión o dificultad para pensar o concentrarse, fatiga e incluso depresión.

Si tiene enfermedad renal crónica, puede que haya tenido anemia al comienzo de su enfermedad o que haya aparecido después, una vez ha iniciado el tratamiento renal sustitutivo. Pero ¿por qué es tan frecuente la anemia entre los pacientes renales?

La principal causa de anemia en la enfermedad renal crónica es porque el riñón está deteriorado y no puede producir una hormona llamada eritropoyetina (EPO). Esta hormona se encarga de decirle al cuerpo que produzca glóbulos rojos.

Aquellas personas con diabetes, una pérdida de su función renal moderada o grave (estadio 3, 4 o 5) y las mujeres tienen más riesgo de tener anemia.

Ser trasplantado de riñón no implica que se elimine el problema de la anemia. Puede que el nuevo riñón no produzca la suficiente cantidad de EPO y, además, los medicamentos inmunosupresores, necesarios para evitar un rechazo, pueden afectar también a la producción de EPO.

Por tanto, tanto si se está en tratamiento con diálisis como si se ha recibido un riñón donado, necesitará controlar los niveles de glóbulos rojos y de hierro para valorar si tiene anemia y, en caso necesario, recibir tratamiento.

 

Complicaciones de la anemia sin tratar

No llevar a cabo un control analítico periódico (su médico determinará la frecuencia en función de su estado de salud) ni recibir el tratamiento adecuado puede conducirle a desarrollar una serie de problemas o complicaciones. Con anemia el corazón trabaja más, lo que puede conducir a una hipertrofia ventricular izquierda, a una cardiopatía isquémica o a una insuficiencia cardiaca, que conlleva mayor tasa de hospitalización y un mayor riesgo de muerte. Tanto si se desarrolla una patología cardiovascular como si solo se presentan los síntomas anteriormente mencionados, tener anemia está relacionado con una peor calidad de vida del paciente renal.   

Algunos pacientes con anemia pueden beneficiarse de incluir en su dieta alimentos ricos en hierro, vitamina B12 y ácido fólico. No obstante, es necesario consultar con su nutricionista y médico antes de establecer cualquier cambio en su alimentación.

Tanto los médicos de atención primaria como los nefrólogos estudiarán su tipo y grado de anemia y establecerán el tratamiento adecuado para cada paciente. Esta terapia se basa principalmente en la administración de agentes estimuladores de la eritropoyesis, que ayudan a que el cuerpo produzca glóbulos rojos.

A medida que el cuerpo produce más cantidad de glóbulos rojos, más rápido se utiliza el hierro (necesario para producir hemoglobina), por lo que también necesitará recibir hierro en su tratamiento de la anemia.

La cantidad de agentes estimuladores de eritropoyesis, así como la administración de hierro o incluso la ingesta de suplementos de ácido fólico o vitamina B12 serán establecidos por pauta médica en función de los controles analíticos y el objetivo a conseguir en cada paciente. 

Los beneficios que produce el tratamiento de la anemia van desde la resolución de los síntomas a la disminución de la masa del ventrículo izquierdo y del gasto cardiaco, menor riesgo de angina de pecho, de episodios de insuficiencia cardiaca congestiva o de ingresos hospitalarios. También conlleva a una mejor tolerancia hemodinámica en hemodiálisis y, en definitiva, a una mayor calidad de vida tanto si se está en diálisis como si se es trasplantado de riñón.