Aunque la enfermería no fue su primera elección -quería ser veterinaria-, sí que tenía claro que quería estudiar algo que le diera independencia y sueldo razonablemente bueno al terminar la carrera. “Los animales me gustan mucho, pero yo en un hospital me siento como en casa”.
En 2016, al terminar los estudios se fue a Madrid donde empezó a trabajar como enfermera de diálisis en el Centro de El Pilar, para después pasar a San Luciano.
Su punto de inflexión llegó con la pandemia de COVID-19. “Quise aportar un poco más y simultaneé dos trabajos, el de enfermera de diálisis y también trabajé en el Hospital de Getafe. Me vino bien para ganar algo más de dinero, pero me saturé un poquito)”. Para desconectar, un día de septiembre de 2020 cogió un vuelo barato a Tenerife. Le gustó mucho, y al mes siguiente lo repitió, y también al siguiente y al siguiente. En marzo de 2021, ya estaba trabajando en Tenerife.
“Trabajé en un centro de otra compañía un año y no me gustó nada, porque venía de FME, de tener todos los protocolos y todo organizado, y el sistema de trabajo de allí no era comparable”, afirma. Después de eso, optó por tomarse un año y medio sabático. Con todo ese tiempo libre, empezó a practicar Jiu-Jitsu y algo cambió en su cabeza. Vio una oferta de FME para un puesto de RO en el Centro de Diálisis de Tenerife y se presentó. La cogieron.
A pesar de las ganas y del autocontrol ganado, los principios no fueron fáciles. “Era -soy- una persona joven, que no conocía al personal ni ellos a mí, y que quería realizar una serie de cambios, para que esta clínica funcionara de una manera similar a lo que yo había vivido en los centros de Madrid. La labor de poner todo en orden fue muy dura, porque las personas suelen ser reacias al cambio, pero poco a poco todo ha ido mejorando y ahora veo que se trabaja mejor”.
El centro de Tenerife cuenta con 3 salas con 40 puestos cada una y dos turnos de trabajo. Tiene una capacidad para 160 pacientes y, si se abriera otro turno, se podrían sumar otros 80. Tal y como explica Verónica, en estos años se ha mejorado tanto el sistema de trabajo como los recursos materiales. “Todavía quedan cosas por hacer, pero estamos en ello. Del año pasado a este, no hay color”, afirma.
Entiende que todos los cambios que se han realizado en este centro y los que está llevando a cabo la compañía pueden ser tomados con cierto recelo por parte de las personas que trabajan en ella, pero para Verónica todo eso conlleva un enfoque muy positivo. “A mí el cambio me encanta si es para bien, tengo la mente muy abierta. Además, veo que el nuevo equipo de enfermería (Adrián, Laura y Rubén) están trayendo propuestas muy interesantes a nivel asistencial (técnicas de punción, protocolos de conexión del catéter…) y también de formación, asistencia a congresos… “Estoy deseando que a las RO nos quiten más carga administrativa y estemos más en sala”.