José Luis Pérez: "La diálisis es vida"

Manualidades y pesca para mantener ocupada la cabeza

A sus 68 años, José Luis Pérez tiene muy claro que, para vivir bien, lo importante es tener bien la cabeza y, por eso, considera que es fundamental estar ocupado en aficiones y otros asuntos cotidianos del día a día más allá de la diálisis, a la que va cada lunes, miércoles y viernes. Por ese motivo, las manualidades, la lectura y la pesca, junto con su familia, centran sus pensamientos. 

Una hipertensión sin tratar

Hace unos diez años, su vida laboral giraba en torno a las clases de matemáticas y contabilidad que impartía en un centro de formación profesional. El trabajo siempre lo había compaginado con su vida personal (sus hijos, su mujer, sus libros…), pero nunca había prestado mucha atención a su salud. Aunque José Luis Pérez (68 años) sabía que su tensión arterial llevaba años descontrolada, no le hacía mucho caso. Sin embargo, unos análisis rutinarios (y excepcionales, porque no tenía por costumbre hacerse analíticas de forma periódica), indicaron que algo no iba bien. 

“El médico de cabecera me envió al internista y este al cardiólogo, al oftalmólogo y, finalmente, al nefrólogo quien me dijo que tenía que entrar irremediablemente en diálisis. La brusquedad con la que me lo dijo me hizo buscar una segunda opinión”. Así que se fue a Sevilla, a dos horas de Oliva de la Frontera, pueblo extremeño de la provincia de Badajoz donde vive, para consultar a otro nefrólogo. “Este especialista me trató mejor, me habló de otra manera, y me dijo que quizás podía tirar un tiempo con medicación antes de empezar con la diálisis. Y así fue durante tres años”. 

A los 60 años se jubiló y, después de lo que él llama un año de vacaciones, empezó con el tratamiento de diálisis. Reconoce que no lo lleva mal, aunque le quita mucho tiempo pues tiene que trasladarse hasta Badajoz para dializarse. “Contando el tiempo de traslado en ambulancia, de diálisis y de regreso, son unas ocho horas. Esos días se me van volando. Pero al día siguiente de la diálisis, me levanto a las siete, para aprovechar bien el tiempo”. 

“Es primordial tener la cabeza en su sitio y para eso es importante estar entretenido"

Ahora está centrado en unas manualidades especiales que no quiere desvelar, pero explica otras previas que ha hecho: encuadernar libros, cosidos a mano, por ejemplo. “Aprendí solo. Al principio eran más básicos, y luego los he ido mejorando. Hago diarios, que suelo regalar a mi familia”. También durante otra temporada hizo pulseras, collares, cajas de cartón para regalo. 

Los fines de semana se va de pesca a los ríos o pantanos que tiene cerca. “Hay muchos por esta zona, incluso está el pantano más largo de Europa, el Alqueva, donde he estado pescando y también bañándome”. El Alqueva está en Alentejo, Portugal, cerca de la frontera con Badajoz y es el mayor embalse de Europa Occidental, solo superado por algunos de Rusia y Ucrania. 

Los barbos, carpas, lucios, truchas… Todos estos peces han formado parte de su vocabulario desde siempre. “Me aficioné a pescar con mi padre, que me empezó a llevar con él y con mis tíos cuando yo tenía unos diez años”. Y, aunque explica que no hace falta estar en silencio --“nosotros nos poníamos la radio” --, sí es necesario estar tranquilo. “Por eso mis hijos o mis nietos no vienen conmigo, porque no paran quietos”. 

Cuando se le pregunta por una pesca especial, recuerda un día de verano, hace años, en el embalse de Encinasola, que está en la provincia de Huelva. “Me fui después de trabajar, era viernes, y hacía cerca de 40 grados. Una carpa picó el anzuelo y al tirar del hilo se salió de la caña y me quedé con el carrete en la mano. Tras mucho tirar de brazo, pude sacar la carpa que pesó 6 kilos. Lo recuerdo bien por el calor, por el esfuerzo, porque llevaba una botella de agua tan congelada que no se descongeló y acabé cansadísimo, con el brazo dolorido, pero con la carpa”. 

Prefiere este tipo de escapadas o ir a restaurantes de pueblos cercanos con su familia, a las vacaciones en la playa u otro destino. “Desde que estoy en diálisis, lo prefiero así. Aunque podría dializarme en otro centro, prefiero seguir en el mío. Además, no disfrutaría la playa viendo tanto chiringuito y yo sin poder beber”. 

Controles periódicos para prevenir

El no poder beber casi nada es otro de los aspectos negativos de su situación. “La dieta no me importa, porque hago una alimentación variada y como poco, pero llevo mal pasar sed. De todas formas, no me paso con los líquidos porque la diálisis es mejor si controlas eso. Me he adaptado bien, sigo las normas que me dan y los análisis los llevo bien”.  

A pesar de las restricciones, no se queja, y sostiene que suele dar muchos ánimos a los compañeros de turno que se dializan junto con él, todos mayores de 50 años. “La diálisis es vida. Es el tratamiento que nos da la vida”. 

Lo que recomienda a alguien que vaya a empezar en diálisis es que su pensamiento no gire todo el tiempo en torno a la enfermedad o la diálisis. “Es primordial tener la cabeza en su sitio y para eso es importante estar entretenido. Yo no paro en todo el día: hago manualidades, cocino porque mi mujer trabaja, leo, sobre todo novela histórica”. Ahora está con El camino mozárabe, de Jesús Sánchez Adalid, y no sabría recomendar un libro en concreto cuando se le pregunta: “es que leo mucho. Tengo más de 1.000 libros, y me los he leído todos”. 

Lo que sí tiene claro es lo que le recomendaría (y lo suele hacer) a las personas en relación con su salud renal: “que se cuiden, que se hagan análisis de vez en cuando, que si tienen la tensión arterial alta que se la controlen. Porque de esta enfermedad no te enteras hasta que ya está muy avanzada”.