“En 2019 me diagnosticaron un problema renal, para mí fue duro de asimilar. Además, me encontraba hundido. Pero mi vida cambió de la noche al día cuando empecé con la diálisis”, explica entusiasmado José María Sánchez Carrillo desde Aljucer, su ciudad natal. Tan solo medio año después de encontrarse sin fuerzas para prácticamente nada, ahora no concibe pasar un solo día sin dar sus paseos —cada vez más largos— o montar en bicicleta tres horas cuatro días a la semana.
Con apenas 12 años, ya estaba trabajando con su padre en una tienda familiar, o ayudando en las tierras o con el ganado. Tras hacer la mili, montó un restaurante, después puso en marcha un segundo, luego un tercero… y así hasta seis. Pero la suerte no le acompañó hasta el final y se arruinó. Pasó a trabajar en la albañilería y luego estuvo 17 años en una empresa de seguridad privada. “No me encontraba bien, ya estaba enfermo, mi mente estaba derrotada y decidí jubilarme a los 60 años”.
Ahora sabe que quizás ese bajón físico y anímico se debía a que sus riñones no estaban funcionando bien y su cuerpo estaba deteriorándose. Gracias a la diálisis, terapia que elimina las toxinas del cuerpo y el exceso de líquidos, ha recuperado vitalidad y memoria.