Jesús María de Marcos

“En una balanza no hay duda, la diálisis es la opción”

Jesús María de Marcos Peñalba lleva unos siete meses dializándose en el Centro de El Pilar. A sus 85 años, nos cuenta cómo ha cambiado su vida con la diálisis.

“Tengo la suerte de ser una persona positiva”

Solo han pasado unos minutos de conversación cuando Jesús María de Marcos Peñalba (San Sebastián, 1939) empieza a mencionar cómo le ha cambiado la vida desde que empezó el pasado mes de junio con la diálisis. “Ahora veo la vida de otra manera, disfruto de los atardeceres, de las flores, de lo que tengo, de los fines de semana… Además, también me puedo ir de vacaciones donde quiera o donde pueda”, enumera. 

Aunque lleva desde los 23 años en Madrid y reconoce que “uno es de donde están los garbanzos”, él se siente donostiarra de nacimiento y corazón y considera que San Sebastián es la ciudad más bella del mundo. 

Jesús María llevaba 70 años con un solo riñón ya que una tuberculosis le dañó el otro. Pero nadie le dijo que debía cuidarse para proteger la salud de su único riñón. “He intentado disfrutar todo lo que he podido, pero quizás podría haber cambiado algo para alargar la vida de mi riñón”. 

Una nueva vida 

Cuando hace siete meses su nefrólogo le dijo que ni la medicación ni la dieta le iban a ayudar más, ya que su riñón estaba fuera de juego, tuvo clara la opción que debía elegir de las dos que le planteaba su médico: no hacer nada o empezar con la diálisis. “La diálisis por supuesto. No hacer nada es terminar en una caja de madera y la diálisis, aunque es molesta al principio, te permite seguir con vida. Y la vida da mucho de sí. Tengo la suerte de ser una persona positiva. La vida me ha enseñado a ser optimista. Yo podría haberme muerto tres veces porque he tenido cáncer de vejiga, de riñón y de próstata. Pero como todos fueron detectados antes de que tuviera síntomas, los cogieron a tiempo. Eso sí que es suerte, suerte o tener un buen especialista en medicina interna”. 

Va los lunes, miércoles y viernes al Centro de Diálisis El Pilar, en el turno de medio día. “Aunque es el menos eficiente en cuanto a la gestión del tiempo porque conlleva que estés liado todo el día, a mí me va bien porque no me gusta madrugar. Me levanto sobre las nueve y media y mi mujer y yo desayunamos juntos tranquilamente”, apunta Jesús María quien reconoce que ni siquiera cuando trabajaba como ingeniero industrial llegaba antes de las nueve. “Si algún jefe me decía algo, yo le respondía que mirase la hora en que salía todos los días. Cada uno tiene que ir con su biorritmo”.

Enamorado de su profesión

De su etapa laboral, solo tiene grandes recuerdos. “La felicidad consiste en trabajar en lo que a uno le guste. Y a mí me gustaba mucho mi trabajo”. 

Entre otros grandes proyectos, “tuve la gran suerte de trabajar en un proyecto hispano-alemán que se desarrolló en la planta solar de Almería para producir energía eléctrica. Además, teníamos centros de desarrollo en España y en Alemania”. 

Se muestra orgulloso cuando recuerda que ese proyecto, a pesar de lo complejo que fue, terminó en tiempo y presupuesto cinco años después. “Pusimos en marcha una tecnología que todavía se está empleando” para obtener lo que se denomina energía limpia. 

“Fue una buena colaboración porque Alemania tenía la técnica y nosotros el sol y cierto desarrollo, un ‘matrimonio’ fenomenal porque los alemanes tienen un gran espíritu (y buen humor) y nosotros una capacidad de improvisación que nos ayuda cuando hay que solucionar problemas imprevistos, que siempre surgen. Formamos un gran equipo y hace poco celebramos los 25 años del proyecto. Todavía seguimos reuniéndonos todos los años”, explica.  

Su trabajo como ingeniero industrial en ASINEL (ya desaparecida) pudo compaginarlo con la labor como director técnico de la revista ENERGÍA –también desaparecida-- que, tras su jubilación a sus 61 años, le permitió seguir estando en contacto con la profesión y encontrándose con personas interesantes del sector, viajar para conocer proyectos nuevos de ingeniería en Finlandia, Alemania, Holanda, Inglaterra… Fue un periodo enriquecedor, señala, que se prolongó desde 2001 a 2011. 

 

Su día a día en diálisis

Por su formación, confía en que la tecnología logre mejoras en la diálisis y que él las pueda disfrutar como sesiones de 3 horas, en lugar de 4, o diálisis de dos días a la semana, en lugar de tres. “Los avances en tecnología se consiguen con el esfuerzo de muchos cerebros que pueden lograr equipos más eficaces”. 

Durante el tiempo de diálisis, reconoce que las primeras 3 horas se le pasan rápido: “veo la tele (Arguiñano, la Ruleta de la Fortuna…), leo algo, miro el teléfono… Se me pasa el tiempo bien, salvo la última media hora que es más pesada”, explica. 

La sesión de diálisis no le afecta mucho, aunque sí reconoce que sale algo cansado, pero “nada que no pueda solucionar una pequeña siesta”. El resto de su tiempo lo dedica a compartir las labores de su casa con su mujer --aunque tienen una ayuda externa-- hacer la compra, llevar en coche a su mujer a diferentes actividades, quedar con los amigos, de vez en cuando ir al cine, leer… “Cuando me pongan la fístula (ahora tengo un catéter), me apuntaré al club municipal para nadar en invierno”. 

Si se le pide un consejo para alguien que esté a punto de empezar con la diálisis, él lo tiene claro: “en una balanza no hay duda, la diálisis es la opción. Yo estoy mejor que antes, he adelgazado. Hay días que ni me acuerdo de que tengo diálisis. Es otra forma de vida, solo eso. Hay que sacar provecho de cada situación”. Y, aunque sabe que a sus 85 años está en la etapa final de su vida, tiene una meta clara: “Espero llegar a los 95 años para conocer a algún biznieto y tener una buena calidad de vida, la suficiente para poder disfrutar la vida”, manifiesta.