Miguel Angel Silva: Llevar la diálisis a la playa

“La diálisis no me impide ir a la playa en verano”

Miguel Ángel Silva intenta que la diálisis no le frene su vida y aficiones relacionadas con la informática y el dibujo. A pesar de tener que ir tres veces por semana a un centro de diálisis, los veranos cambia de casa, ciudad y paisaje para estar cerca del mar. 

“Mi enfermedad fue 'una lotería' que me tocó solo a mí”

Señala con un tono de queja que es el único de la familia que tiene problemas con el riñón. Ni sus padres ni su hermano ni siquiera sus numerosos primos han padecido nunca una enfermedad renal. Sin embargo, desde que nació tuvo problemas relacionados con el aparato urinario que derivaron hace unos años en una enfermedad renal crónica. “Mi enfermedad fue una lotería que me tocó solo a mí”. 

A pesar de esta lotería, Miguel Ángel reconoce que la diálisis, tratamiento con el que lleva 8 años, le permite compaginar alguna de sus aficiones, como el dibujo, y la playa. “Mis padres tienen vivienda en Guardamar del Segura, y allí nos vamos todos los veranos. La diálisis no me impide ir a la playa cada verano. Paso de dializarme en Alcobendas a hacerlo allí durante dos meses o tres o el tiempo que pueda. Y también cambio mi horario de diálisis, porque en Madrid voy a primera hora, 7 de la mañana, pero allí voy por la tarde, a las 20 horas, y eso me permite tener todo el día libre para pasear, bañarme, ir al chiringuito…”. 

Diálisis en centro frente a diálisis domiciliaria

A sus 45 años, Miguel Ángel Silva reconoce que los primeros días de diálisis fueron duros. “Me costó mucho al principio, pensaba que mi riñón fallaría más tarde, a los 60 o 70 años, pero fue antes. El inicio de la diálisis me resultó difícil hasta que el cuerpo se me fue asentando al tratamiento, pero ahora lo llevo mejor”. Sin embargo, señala, algunos días sale cansado o con dolor de cabeza del centro de diálisis. 

Aunque tiene restricciones alimenticias, pues tiene que vigilar no tomar un exceso de proteínas, fósforo y potasio, explica que puede beber lo que quiera, ya que todavía su riñón sigue produciendo orina, lo que le permite eliminar líquidos sobrantes de su organismo, una de las funciones renales, además de limpiar el cuerpo de toxinas, algo que ahora hace la diálisis, terapia a la que se somete tres veces por semana en un centro. “Prefiero ir al centro de diálisis que dializarme yo solo en casa, pues me parece más esclavo”, apunta. 

Del cuaderno a la tablet

A veces, durante el tiempo de diálisis aprovecha para llevar a la práctica una de sus grandes aficiones: el dibujo. “Antes dibujaba más a mano, pero después aprendí a dibujar en tablet”, explica. 

En parte, fue el dibujo el que le llevó a Salamanca a estudiar un FP de joyería. Sin embargo, apunta que la aparición de móviles y otros productos tecnológicos produjeron un cambio en la sociedad que optó por comprar “joyas tecnológicas como el iPhone” a otro tipo de joyas más clásicas. “Por eso, años después decidí estudiar un módulo de informática, para lo que hice primero el bachillerato de bellas artes, en el que saqué muy buenas notas”.

A los 34 años se matriculó en el módulo de administración de redes informáticas, pero el avance de su enfermedad y el inicio de la diálisis pusieron en pausa sus estudios que ahora intenta retomar de nuevo. “Ahora estoy mirando por mi cuenta todo lo relacionado con las IAs, la inteligencia artificial, que esto es el futuro, como era antiguamente las páginas webs, administraciones de redes…”, indica. 

Mientras encuentra un curso sobre IA que pueda compaginar con las sesiones de diálisis, sigue dibujando en su tablet y ahora, a veces, con ayuda de la tecnología de IA. Dibujos que seguramente habrá enseñado a sus compañeros de diálisis, con los que comparte muchas horas de su tiempo. “Nos llevamos muy bien, yo soy el más joven. Soy el niño allá donde voy”.