Un segundo trasplante para continuar con la vida a los 37 años

Una vida repleta de oportunidades

De oportunidades parece que está llena la vida de Héctor. Un aviso ‘disfrazado’ de ceguera súbita le sirvió para acudir al médico y que le detectaran un grave problema de salud. Un trasplante de riñón le dio la oportunidad de cambiar de vida y volver a trabajar, tener hijos, casarse. Un tratamiento de hemodiálisis le ha permitido seguir cuidando de su familia. Ahora, a sus 37 años, un segundo trasplante ha venido cuando había pocas probabilidades de compatibilidad con un donante y, sin embargo, Héctor ya cuenta con un nuevo riñón y se está recuperando sin ninguna complicación.

“Descubrí que tenía un problema con mis riñones porque dejé de ver”

Dos semanas antes de pasar de nuevo por quirófano, Héctor Hiedra (Madrid, 1986) repasaba cómo habían sido los últimos 17 años de su vida, a raíz de un incidente que le llevó al oftalmólogo. Llevaba 4 años en hemodiálisis después de haber tenido un rechazo a un primer trasplante, no perdía la esperanza de que un nuevo riñón apareciera. Esta entrevista tiene un antes y un después, que no deja de ser un nuevo episodio en una vida con baches y oportunidades.

Cuando Héctor acudió al oftalmólogo por una pérdida de visión, poco se podía imaginar él que la alteración de su vista podía estar relacionada con sus riñones. Sin embargo, este especialista le derivó inmediatamente al hospital y en unas horas la realizaron su primera diálisis. Desde la identificación de su enfermedad renal y primer tratamiento han pasado ya 17 años, un trasplante, un matrimonio y dos hijos. Pero, vamos poco a poco con su historia.  

En 2006, Héctor tenía 20 años y trabajaba como frigorista, una vida normal que no cambió cuando empezó a ver espuma en su orina –signo elevada concentración de proteínas en que se produce cuando hay daño renal-- (“no le di importancia”). Sin embargo, sí se preocupó cuando, de una semana para otra, dejó de ver bien. “El oftalmólogo me dijo que se habían producido varios edemas por tener la tensión arterial elevada. Me envió inmediatamente al hospital donde en pocas horas me pusieron un catéter y me dializaron. Es decir, que el problema con mis riñones fue lo que me generó la pérdida de visión, que luego recuperé. Como era joven no me preocupé demasiado”, señala desde Reus, su lugar de residencia desde los ocho años.

En hemodiálisis, estuvo solo unos meses, ya que en 2006 le realizaron un trasplante de riñón. “Cuando me recuperé, empecé a trabajar media jornada en un supermercado donde estuve varios años y donde conocí a la que es hoy mi mujer”, explica.

Tras vivir juntos desde 2015, tener a su hija Lucía en 2018 y sufrir el gran susto del rechazo del injerto, decidieron oficializar su matrimonio en 2019. Porque pocos meses antes, Héctor empezó a notar cansancio y tirones, y el médico le dijo lo que él ya sospechaba: su riñón había dejado de funcionar. “El rechazo fue complicado, estuve dos meses ingresado y echaba mucho de menos a mi mujer y a mi hija que cumplió un año mientras yo estaba en el hospital”.

Los momentos vividos por ese rechazo e ingreso no fueron fáciles ni para él ni para su mujer: “me dieron crisis epilépticas, tuve embolización del riñón… Fue complicado. Y mi mujer lo pasó bastante regular, hay que entender que ella me conoció ya trasplantado, no me había visto enfermo antes, porque yo estaba, antes del rechazo, al 98%, como si no tuviera nada. Durante 13 años estuve perfecto. Pero me falló el riñón. Hasta que no vives una situación así, no sabes lo duro que es”.

“La diálisis da una segunda oportunidad”

En estos cuatro años, su estado de salud se ha estabilizado, sigue en hemodiálisis y ha retomado su vida, diferente a la que tenía, pero llena también de cambios y alegrías: “en marzo nació mi hijo Hugo y ahora me ocupo de él y de mi hija, junto con mi mujer que está de baja. Cuando ella se incorpore al trabajo, seré yo el que se haga cargo de ellos porque ya no trabajo debido a que la hemodiálisis no me lo permite”.

El deporte, que ha sido una parte importante de su vida durante los años de trasplante, también ha sido aparcado durante estos años de hemodiálisis: “Antes me gustaba jugar al fútbol, al pádel, correr… Pero el catéter no me permite practicarlo de manera cómoda. Hemos intentado sustituir el catéter por fístulas, pero desde 2016 llevo cuatro intentos y, o bien no me han funcionado desde el principio o me han dejado de funcionar al poco tiempo”.

También ha modificado sus viajes, optando por destinos cercanos y de menor duración. “Hemos ido a Valencia, Andorra, por la montaña… No me fío de que pueda pasar algo, prefiero estar a golpe de coche de mi centro de diálisis”.

No obstante, cuando se le pregunta qué ha supuesto para él el tratamiento de diálisis, lo tiene muy claro: “acudir tres veces por semana a diálisis no es un drama. Suerte de que existen las máquinas”. Y lanza un mensaje de tranquilidad a toda persona que acabe de ser diagnosticada de enfermedad renal crónica y tenga que iniciar un tratamiento de diálisis: “que intenten tomarlo con calma, que piensen que la vida les ha dado una segunda oportunidad porque existe un tratamiento para esta enfermedad. Para mí, la diálisis no es un drama. Es un tratamiento que te permite seguir con tu vida. Además, para las personas jóvenes y con una condición de salud normal, la diálisis no es para toda la vida, siempre pueden tener la opción de un trasplante”.

Reconoce que, además, no pierde la esperanza de un nuevo trasplante. Él lleva cuatro años en lista de espera para un segundo trasplante, ya que generó muchos anticuerpos y eso le dificulta encontrar un órgano compatible. Y señala que, si llegara esa nueva oportunidad, tiene claro que “me cuidaría mucho más que la vez anterior, para intentar estirarlo lo máximo posible, y seguir cuidando de mis hijos”.    

Un nuevo capítulo empieza ahora

Días después de esta entrevista, el teléfono de Héctor sonó de nuevo: el segundo riñón estaba esperándole. Así que se fue rápido para el hospital. Tras las pruebas de compatibilidad, Héctor pasó de nuevo por quirófano. Una semana después afirmaba que “todo ha ido genial. Hoy me dan de alta”.  Aquí empieza el siguiente capítulo de una vida llena de oportunidades.